jueves, 23 de octubre de 2014

Laura. Vida y militancia de Laura Carlotto.

Hace un tiempo y como si fuera premonitorio, vi la publicidad del libro Laura. Vida y militancia de Laura Carlotto y decidí comprarlo.
Siempre admiré la lucha de Estela de Carlotto, la he ido a escuchar cuando he tenido oportunidad, y conocerla desde su rol de madre y poder leer sobre la historia y circunstancias de su hija Laura, me pareció  algo sumamente interesante.
La autora del libro es María Eugenia Ludueña una reconocida periodista santafesina que ha escrito en múltiples medios gráficos, ha producido documentales y actualmente colabora con el equipo de Conectar Igualdad del Ministerio de Educación y en Agencia Infojus Noticias.  Este es su primer libro de no ficción.
Estela escribió el prólogo del libro. “Soy la mamá de Laura. La primera hija, la soñada, la querida, la esperada, igual que los otros tres que vinieron después. Pero ella fue algo especial por la vida que vivió: una vida corta, intensa, con mucho contenido. (….) Como mamá de Laura-por el orgullo que siento, por el amor, porque la extraño, porque me acompaña aunque no está- que escriban de ella me hace muy bien. Porque es como no olvidarla”.


LAURA

El libro narra la infancia y adolescencia de Laura, sus relaciones con amigos y  sus noviecitos adolescentes en  La Plata , con su madre maestra y su cariñoso padre,  sus hermanos, en el contexto de esa familia de clase media como tantas. Una  chica como otras de la década del 70,  a la que le gustaba Victor Heredía, Mercedes Sosa o Joan Manuel Serrat. 
Y luego la historia de su militancia, la iniciación ideológica en el Normal 1 de La Plata, el ingreso a la Universidad y la tarea política de propaganda y comunicación en la Juventud Universitaria Peronista (JUP). A medida que el libro nos va narrando la vida de Laura contextualiza con los hechos que van ocurriendo en el país en esa época tan turbulenta. La JUP y la Organización Montoneros se atraviesan mutuamente. Comparten miembros, lenguaje e ideales.
Según consigna la autora, a pesar de su dedicación por la causa, Laura es una militante muy periférica. La organización a la que pertenecía era machista y vertical y si bien su compromiso era importante no se constituyó en una personalidad destacada dentro de la organización.
Laura se casa con un compañero de militancia en 1973, y en aquel inolvidable 1º de mayo de 1974, cuando Perón llama imberbes y estúpidos a los jóvenes de la militancia, Laura  está allí, en la Plaza de Mayo, junto a su marido. Regresan  desilusionados y tristes.
El 6 de septiembre de 1974, reciben la orden de sus superiores del pase a la clandestinidad. Comienzan a caer los amigos en manos de la Triple A. Con el tiempo, el matrimonio se va desmoronando, hasta que finalmente se separan.
En tanto llega el golpe de 1976. Transcurre La Noche de los lápices, una de las estudiantes secuestradas, María Claudia Falcone, es cuñada de la otra hija de Estela,  Claudia. Los Carlotto y los Falcone son  familias amigas.  Los secuestros a los  compañeros se multiplican, Laura cambia varias veces de vivienda, pero ella manifiesta no creer que nada malo pueda pasarle. Comienza a ser conocida como “Rita” en la organización. Estela vive preocupada por sus dos hijas, ya que Claudia también es militante. Laura expresa que aunque mueran muchos por esta causa, no será en vano.
Secuestran a Guido Carlotto, su padre y luego de veinticinco días lo liberan. Guido fue golpeado y torturado y puede contar, a su regreso, lo que sucede en los campos de concentración. Ha visto todo.
La familia deja de recibir noticias de Laura. Comienza la búsqueda, Estela logra entrevistarse con altos mandos militares, pero las únicas noticias que le llegan provienen de detenidos liberados. Ellos le informan que Laura está bien, que está embazada, que el bebe iba a nacer en junio,  que lo buscaran en la Casa Cuna y que se llamará Guido como su abuelo.
La autora del libro recoge testimonios de la vida de Laura en cautiverio, hasta el día 25 de agosto de 1978 cuando sus padres  son citados en una Comisaría donde se les informa que Laura ha muerto y que del niño nacido nada se sabe. La entrega del cuerpo, el velatorio, la posterior exhumación se convierten en episodios desgarradores.
Y luego la historia por todos conocida. La búsqueda de Estela, su trabajo en Abuelas, su carisma, su lucha por la  justicia. Se transforma en un emblema, no solo argentino, sino mundial.
El último capítulo del libro se llama Guido, y narra la ilusión y espera de toda la familia Carlotto por ese niño, luego joven y posteriormente adulto que tal vez un día aparezca,  para compartir la mesa y la vida familiar.
Y el libro impreso en agosto de 2013 no  pudo contar el final de la historia.


GUIDO

El 5 de agosto de 2014, una emoción increíble recorre las venas de la Argentina. El nieto de Estela luego de 36 años se presenta voluntariamente a hacerse los estudios en la Conadi .  Ignacio Urbán, luego Ignacio Guido Montoya Carlotto, irrumpe en la vida de todos con una carga simbólica por lo que  ya nada será igual en la búsqueda de  nietos desaparecidos
"Hoy, yo soy Ignacio", fueron sus primeras palabras  al presentarse en sociedad junto a Estela. Lo escuchamos y lo miramos asombrados y azorados. Es músico, es militante por los derechos humanos, se siente feliz de haber encontrado a su familia biológica.  "Evidentemente hay una memoria genética y una energía que traspasa todo, para que hoy esté yo acá" dijo Ignacio y todos observamos esa memoria genética que derrota el dolor, los años y la muerte. Conocimos a la familia paterna,  Montoya, esa entrañable abuela del Sur y el rompecabezas se completa.
Alguien dijo: Parece que toda la vida se preparó para ser el nieto de Estela. Y así lo vemos. Un joven sano, lleno de vida, culto, sensible y de mucho humor.
 “Me siento más cómodo y estoy acostumbrado a mi nombre, Ignacio, y lo quiero seguir conservando, pero entiendo que hay una familia que hace mucho me llama Guido y para ellos soy Guido,  me siento cómodo con la verdad que me toca y estoy feliz", declaró.
Y de esta manera, tal vez María Eugenia Ludueña, deberá reescribir el último capítulo de su libro, dando cuenta de estos hechos, pero también será el momento de saber como  Guido llegó a Olavarria, quién lo trasladó y porque se eligió a esos padres de crianza y tantas otras revelaciones que se hacen necesarias.
 Tantas dudas, tanta historia en este círculo que hoy se cierra porque el amor siempre vence.


miércoles, 15 de octubre de 2014

El año 2000

A los niños de la década del 60, al menos a los de mi contexto, nos interesaban mucho las historias y las ucronías acerca del año 2000. Precisamente en mi escuela, había un maestro que siempre nos hablaba de ello. Cómo sería la vida en el año 2000? Los autos volarían? Tendríamos robots en nuestras casas? Viviriamos en otros planetas? Y muchas más preguntas de ese estilo. Algunos también creían que para el año 2000 se terminaría el mundo.






Mucha de la literatura que nos rodeaba contribuía a incentivar nuestra fantasía. De la tierra a luna y Viaje al centro de la tierra de Julio Verne, eran una lectura obligada para aquellos niños con imaginación desbordante. Pero el mejor de todos era aquel de Salgari que se llamaba Las maravillas del 2000.


 Este libro, fue escrito en 1907 y la historia narra que dos científicos de finales del siglo XIX se hacían hibernar hasta el año 2000. Tras un siglo exacto, eran descongelados y, a bordo de una pequeña plataforma voladora recorrían el mundo. No había extraterrestres ni astronaves, todo lo que ocurría se refería exclusivamente al destino del hombre, a lo que éste había construido con sus propias manos en un siglo. Y, según el autor, el hombre había hecho muchas cosas y todas ellas maravillosas. Ya no había hambre ni pobreza en el mundo porque la ciencia, junto con la tecnología, habían encontrado la manera de convertir en fértiles todos los rincones del planeta, y se había logrado que esa fertilidad se distribuyese equitativamente entre todos los habitantes. Muchas máquinas aliviaban a los hombres de las fatigas del trabajo, todo el mundo tenía mucho tiempo libre y cada ser humano podía cultivar la parte más noble de sí mismo: música, filosofía, teatro.


 En las  plataformas voladoras era posible trasladarse en poco menos de una hora de un continente a otro. Los dos viejos hombres de ciencia parecían muy satisfechos: todo lo que habían hipotetizado en su fe positivista se había realizado. Las ilustraciones mostraban a los dos corpulentos investigadores, con barbas darwinianas y chalecos a cuadros, felices del rumbo que había tomado el mundo.

   Los viajeros preguntaron «Y los anarquistas, los revolucionarios, ¿todavía existen?»  Claro que  existen!  Les contestaron.  Viven en ciudades que son solamente para ellos, construidas bajo los hielos de los Polos, de manera que, si por azar quisieran perjudicar a los demás, no podrían hacerlo.
¿Y los ejércitos?¿cómo es que no se ve ni un solo soldado?» «Ya no existen los ejércitos» les contestaron. “Pero  el hombre no ha perdido la pasión por destruir.  Los soldados, los cañones, las bayonetas, son instrumentos que han sido superados. En su lugar hay un ingenio poderosísimo aunque pequeño. Bastaría subir a una montaña y dejarlo caer desde lo alto para que el mundo entero se redujera a una lluvia de esquirlas y polvillo”.
Parece que Salgari no pudo imaginar la Revolución Rusa, las Guerras mundiales, la Guerra fría, el hambre en África y tantas calamidades del Siglo XX.
Nosotros, desde aquella infancia, pensando que en nuestra edad madura llegaría el 2000, sentíamos una especie de emoción, pensando que viviríamos aquellas maravillas.
 Ahora que llegó y pasó, veo que de todo lo que imaginó Salgari, solo una sola cosa se hizo realidad: el ingenio para destruir el mundo. 



Según expresa Susanna Tamaro:   El día 1 de enero del año 2000, los pájaros se despertaron en la copa de los árboles a la misma hora que el 31 de diciembre de 1999, cantaron  de la misma manera y, apenas terminaron de cantar, fueron  en busca de alimento, como siempre, como desde el neolítico o antes.
 El día es siempre un día, la noche siempre se prolonga en proporción al día, el día en proporción a las estaciones. Así es ahora y así fue antes.  El sol sale y se pone.


En  la antiguedad ¿qué podía ocurrir a lo largo de toda una existencia? La temporada de las lluvias, la de las nieves, la estación del sol y la invasión de la plaga de langostas, alguna escaramuza cruenta con unos vecinos.  Aparte del propio territorio, más allá del río no había otra cosa. Al ignorar la extensión del mundo, forzosamente el tiempo era más lento.
Hoy,  muchas cosas han cambiado, parece que la vida del hombre es más acelerada que la de siglos anteriores. Los acontecimientos se suceden con mucha más rapidez. La llegada del Comunismo, la instalación de la Cortina de Hierro, la caída del Muro de Berlín, y tantos episodios que ocurren a nuestra vista con una velocidad que el hombre antiguo nunca hubiera podido comprender.
Aquellos  hombres  pensaron que con  la llegada del nuevo siglo todo sería diferente, que un mundo mejor sería posible. Pero, no parece verse que eso esté ocurriendo. Dicen que hay trece conflictos armados en este momento. Muere población civil, hay guerras religiosas. A veces pareciera que el hombre no es más que un animal a merced de sus instintos y con acceso a armas peligrosísimas.


Hoy resulta posible ser  un militante  del optimismo? El mundo puede ser un sitio muy triste, pero también un lugar donde cada día se renace. Si elegimos ser  positivos o constructivos estaremos construyendo para el éxito. Si nada hacemos, nada nos pasará.


Un mundo nuevo se eleva delante de ellos, con matices hasta entonces desconocidos. Ganan, poco a poco, la conciencia de sus posibilidades, con resultado inmediato de su inserción en su mundo y de la captación de las tareas de su tiempo o de la nueva visión de los viejos temas. Comienzan a hacerse críticos y, por ello, renuncian tanto al optimismo ingenuo como a los idealismos utópicos; y en cuanto al pesimismo y a la desesperación, se tornan críticamente optimistas. Cuando comienzan a verse con sus propios ojos y se consideran capaces de proyectar, la desesperación de las sociedades alienadas pasa a ser sustituida por esperanza.  Paulo Freire.
                      

jueves, 2 de octubre de 2014

Enseñar y educar.

Enseñar y educar. En familia y en la escuela

Circula por Internet un post que dice algo así como: La escuela enseña, la familia educa.

 Si vemos las cosas desde un punto de vista en el que todo es blanco o negro, bueno o malo, enseñar o educar, familia o escuela, se observa un  pensamiento dicotómico y simplista. Este es un pensamiento que no ayuda a nadie, pero sobre todo no ayuda  a  niños y adolescentes. Lejos de ver a la sociedad, unidos para educar y enseñar, se trata de mostrar a padres, madres y docentes enfrentados.

Padres, hijos y escuela.



Ser padre y madre requiere cumplir la obligación de educar y también enseñar en la medida de lo que se pueda y de los recursos que se tengan.  Educar en valores, educar para la vida, educar al corazón... y enseñar lo que se  sepa o se pueda, ya sea como hacer una comida, a tocar un instrumento,  a jugar al fútbol, a pescar, es algo cotidiano.  Poner al alcance de los hijos todos los saberes que tienen los padres  se constituye en un acto de filiación muy real.
 Los padres y madres también   educan a sus hijos para que cuando asistan a clase respeten lo que les enseñen sus maestras. Dificilmente los niños se van a comportar adecuadamente si en su casa no se les enseña a no hablar sin gritar, a escuchar antes de hablar, a respetar al otro y todas aquellas competencias necesarias para desenvolverse en el mundo.
 Las investigaciones demuestran   que un entorno hogareño en el que se fomenta el aprendizaje  favorece el rendimiento escolar de los niños. Al participar activamente en la educación de sus hijos, los padres les están enviando  mensajes importantes. Les  refuerzan la idea de que la escuela es importante.
 Pero muchas veces esos entornos favorecedores, no existen y entonces es cuando comienzan las pequeñas o grandes fisuras. Siempre ha habido situaciones de abandono escolar, repitencia, sobreedad, pero pareciera que hoy esas realidades se multiplican y para ello se hace necesario pensar otras respuestas.

Escuela, alumnos y padres.


  Los docentes no pueden caer en la ingenuidad de querer obviar que en la escuela, además de enseñar, se educa. Cada alumno viene de una familia diferente, con  valores e incluso culturas distintas, pero la escuela es y debería seguir siendo un lugar donde todos juntos aprenden, además de contenidos,  a relacionarse con otros iguales y también con otros adultos fuera de la familia.
 Todos los alumnos son poseedores de una singularidad que les es propia y la escuela es quien debe atender esa singularidad y respetarla.
 En ocasiones  resulta equívoco que se involucre a las  familias en  situaciones propias del quehacer escolar que debieran resolverse en el ámbito que corresponde, la escuela, circunstancias que a veces los padres naturalizan.
   Al respecto, entiendo que la situación asimétrica que existe entre un adulto que enseña y un alumno que aprende, debiera posibilitar que ese adulto, que es un profesional docente, cuente con las herramientas necesarias para resolver situaciones cotidianas que se presentan todos los días en las aulas de todas las Instituciones escolares.
  Si no pudiera resolverse en el contexto-aula, se cuenta con el contexto Institucional donde todos los actores institucionales podrán colaborar para pensar juntos estrategias para mejorar y/o revertir situaciones  planteadas.
  Analizar las  estrategias áulicas e Institucionales que se utilizan antes de comunicar a la familia los supuestos  problemas  de los alumnos se constituye en un modo de concebir la tarea escolar.
El modo de comunicar estas situaciones cobra real importancia. Luego de agotar las instancias Institucionales conversar con los padres manteniendo un dialogo constructivo resulta más atinado que comunicarlo  con una nota en  un cuaderno de comunicaciones, situación que no admite un intercambio ameno y a la vez formal y que sirva para enriquecimiento de todos. Esto implica una decisión Institucional que considerando que  la escuela es un espacio social, recortado y separado del ámbito   familiar contemple y valore los vínculos con su comunidad de padres. En un lugar donde se resaltan las actitudes positivas de los niños y se señala aquello que requiere de una reflexión grupal, se  evitaran  las descalificaciones, que colocan a los niños en un lugar desde el que luego les es muy difícil sustraerse.
En ocasiones se comunica a los padres,  hechos menores que pueden ser resueltos por el adulto responsable con estrategias didácticas y curriculares que busquen reparar los hechos, retomando las situaciones en el aula como contenido de enseñanza tendiente a lograr una mejor convivencia entre los alumnos.
Es frecuente que algunos niños, en la escuela,  se agredan entre si. Reflexiono, al respecto,  que, en tanto en el recreo como en el aula los tiempos escolares son tiempos de enseñanza. Entonces será responsabilidad del docente, y no de los padres, para que tales situaciones de desborde no ocurran Los alumnos deben tener la oportunidad de jugar a juegos grupales, juegos reglados y coordinados en el patio o en cualquier ámbito escolar buscando prevenir estas situaciones.

Punto de encuentro.


  Encontrar un punto de encuentro que posibilite la apropiación de valores para la vida escolar, familiar y  social, de todos los niños, descubriendo la riqueza de la diversidad y el respeto por las diferencias hará posible que todos las problemáticas puedan trabajarse en conjunto con las estrategias que se proponen desde las políticas educativas vigentes,  buscando no estigmatizar y dando cuenta del rol que cada uno cumple dentro de una Institución Educativa.

Por lo expuesto, no cabe esa dicotomía que dice que se  enseña o se educa, porque no se puede enseñar si antes no se educa.  Ambos, familia y escuela, son pilares fundamentales en el desarrollo de los niños  y se debería  trabajar conjuntamente por mejorar tanto la educación como la enseñanza, dar ejemplo de trabajo en equipo a los niños y adolescentes, y sobre todo, por encima de todo, trabajando juntos, cada uno desde su rol,  no enfrentados, por ellos y para ellos. De ese modo  les estaremos mostrando cuanto les queremos y cuanto nos importan.